Me fumé el sentido del ridículo, me esnifé la vergüenza, me tome un mojito cargado de humor, al día siguiente tuve resaca, pero daba igual, ¿¡qué coño
importaba ya todo!? Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, así que cogí la jeringuilla, y me inyecté por vena algo llamado felicidad.
lunes, 8 de agosto de 2011
Me prometí a mi misma que no iba a volver a llorar por alguien que no mereciera la pena, & sigo llorando por él :$
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