Me fumé el sentido del ridículo, me esnifé la vergüenza, me tome un mojito cargado de humor, al día siguiente tuve resaca, pero daba igual, ¿¡qué coño
importaba ya todo!? Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, así que cogí la jeringuilla, y me inyecté por vena algo llamado felicidad.
domingo, 16 de octubre de 2011
Y, cuando menos
te lo esperas, cuando crees que todo va en el sentido equivocado, que tu vida,
programada en cada mínimo detalle está naufragando... de repente, sucede.#
No hay comentarios:
Publicar un comentario