Me fumé el sentido del ridículo, me esnifé la vergüenza, me tome un mojito cargado de humor, al día siguiente tuve resaca, pero daba igual, ¿¡qué coño
importaba ya todo!? Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, así que cogí la jeringuilla, y me inyecté por vena algo llamado felicidad.
martes, 22 de noviembre de 2011
Yo te doy mi sí, para siempre.
Siempre, es un sí que no acaba nunca. Yo te doy mi sí, para
siempre, a cambio de eso, no te pido nada, solo que estes conmigo (:
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