Me fumé el sentido del ridículo, me esnifé la vergüenza, me tome un mojito cargado de humor, al día siguiente tuve resaca, pero daba igual, ¿¡qué coño
importaba ya todo!? Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, así que cogí la jeringuilla, y me inyecté por vena algo llamado felicidad.
domingo, 26 de junio de 2011
-Puedo ser divertido si quieres, o pensativo, listo o supersticioso, valiente, o incluso bailarín. Seré lo que quieras, dime lo que quieres que sea y lo seré por ti. +Eres tonto. -Lo podría ser...
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